-«Quisiera medio kilo de manzanas, por favor».
-«Aquí tiene: 200 gramos de lentejas».
He seguido con atención tanto las conferencias como las diversas declaraciones que han realizado, que se han cruzado, Artur Mas y Oriol Junqueras . Y la impresión con que me he quedado se asemeja bastante a la que pueda causar el absurdo diálogo de más arriba. Porque sus planteamientos no están separados solo por atributos o características de segundo orden. No. Sucede que son opuestos en lo fundamental, que se está hablando de cosas distintas, que tienen muy poco que ver entre sí.
Intentaré explicarme. El president Mas reclama una convocatoria excepcional. La excepcionalidad consiste no solo en que se anticipe la fecha de las elecciones catalanas y que los partidos queden fuera de escena, sino que además estas se enfoquen de tal modo que puedan leerse o tengan que leerse como un plebiscito. Por lo tanto, deben centrarse en un solo asunto, esto es, en la pregunta sobre la independencia de Catalunya.
El objetivo es triple: transmutar los comicios en consulta sobre la independencia, ganarlos y enviar un mensaje potente al exterior, particularmente a España y Europa. Para ello es necesario que los resultados cosechados tanto por el sí como por el no sean fácilmente, claramente, interpretables. Lo ideal sería, por consiguiente, que concurrieran exclusivamente dos opciones (la candidatura del sí y la del no ), y, en todo caso, que al menos el sí estuviera lo más unido posible.
Por su parte, Junqueras no participa de la excepcionalidad de la que parte Mas , más allá del anticipo en la fecha. Rechaza aliarse con los convergentes para obtener un resultado rotundo y nítido. No parece que le quite el sueño que pueda desencadenarse una lucha feroz justamente entre aquellos –republicanos y convergentes– que, según Mas , deberían ir de la mano. Y tampoco participa del todo Junqueras de la idea del plebiscito, pues es partidario de introducir en el debate cuantas cuestiones sean necesarias. El líder de ERC apela, por otra parte, a formar un gobierno de unidad tras una batalla entre republicanos y convergentes que, de producirse, será muy dura y producirá no pocas heridas.
Como decía, veo muy, demasiado, alejadas las posiciones. Además, una competición en los términos en los que la plantea Junqueras mandaría a casa al perdedor. Y creo que en esta fase del proceso prescindir de Mas , especialmente, pero también de Junqueras , es un autogol que el soberanismo no puede permitirse.
Dicen unos y otros que lo van a arreglar, y que al final habrá acuerdo. Esta vez no lo veo nada claro, si Junqueras no rectifica. De no hacerlo, a Mas solamente le restará decidir si avanza igualmente, y para cuándo, las elecciones. O si no lo hace.