«Filibusterismo parlamentario», sentenció el conseller Homs al valorar la decisión del PP de llevar los presupuestos de la Generalitat anteel Consell de GarantiesEstatutàries. Al PP de Alicia Sánchez-Camacho no le gusta en absoluto que en las cuentas se destinen unas partidas -el 0,2 % del total del presupuesto- a impulsar las llamadas «estructuras de Estado». Homs utilizó el término «filibusterismo» porque la palabra designa aquellas tácticas parlamentarias que, abusando del reglamento, se utilizan para obstruir y retrasar la aprobación de algún proyecto. Tanto Homs como el president Mas se tomaron a mal la acción del PP. También se tomaron muy mal lo que hizo ERC, esto es, forzar a Masa comparecer ante la comisión de investigación del Parlament sobre el fraude y la evasión fiscal, abierta a raíz de la confesión de Jordi Pujol sobre el dinero de su familia en el extranjero. Por supuesto, Esquerra ha manifestado que su deseo es que se pueda saber toda la verdad sobre lo ocurrido, en especial sobre el origen dela fortuna. Sin embargo, Oriol Junqueras y todos los parlamentarios son conscientes de que la comparecencia no va a servir para aclarar nada sobre el asunto. De hecho, raramente las comisiones de investigación parlamentarias -menos aún cuando el tema está ya en manos de la justicia- resultan útiles. Eso sí, son ideales para la el mamporro estéril y el despelleje partidista. Cabe, pues, una segunda interpretación, que formaría parte de lo no dicho, del subtexto. O, si lo prefieren, de lo que el sociólogo Robert K. Merton teorizó como funciones latentes. Esta segunda interpretación conecta la maniobra de ERC, que antes había evitado repetidamente la comparecencia de Mas, con las elecciones municipales y autonómicas. En definitiva, Esquerra estaría actuando con el fin de erosionar a Mas, el mejor activo del que dispone CiU. Se trataría de otro tipo de filibusterismo, de otro tipo de jugarreta. Sin embargo, Junqueras y compañía saben que «apuñalar» a Mas, como lo calificó el locuaz conseller Vila, es, a ojos de los nacionalistas, una grave provocación. Puede que los estrategas de ERC confíen en que, para evitar dañar al proceso soberanista, CiU se abstendrá de responder al ataque. O que, aunque lo haga, todo quedará olvidado tras el 27-S. Como diría un futbolista, lo que ocurre en el campo se queda en el campo. Por desgracia, en mi opinión, todo ello no augura nada positivo para el futuro del país, que necesita a CiU y a ERC, a Mas y a Junqueras, si quiere avanzar hacia mayores cotas de libertad y justicia. No querer darse cuenta, incrementar el resentimiento -lo haga quien lo haga- al tiempo que se alimentan los anhelos de independencia, se parece mucho a un poco edificante acto de cinismo.