Tiempo habrá para la letra pequeña de las múltiples causas que han confluido en el resultado electoral del domingo. Contemplemos de momento el paisaje en su conjunto. La primera constatación es que el liderazgo político de Artur Mas será notablemente más frágil. CiU, que se ha quedado en 50 escaños, ha retrocedido espectacularmente y deberá afrontar grandes dificultades a partir de ahora.
Los catalanes han repartido su voto, lo han dispersado. Los partidarios de la consulta popular sobre la independencia suman 87 diputados, cinco más que antes pese a los 12 perdidos por CiU, mientras que el PSC apoya la consulta siempre que sea legal, esto es, que se lleve a cabo mediante un acuerdo con el Ejecutivo español. El españolismo, PP y Ciutadans, suma 28 diputados sobre 135, siete más que antes.
Mariano Rajoy, su Gobierno, el PP y los aparatos del Estado y mediáticos al servicio del españolismo celebran los resultados con sincero deleite, y por primera vez desde hace mucho lo pasan en grande repasando los titulares de los medios de comunicación extranjeros. Están contentísimos porque Artur Mas ha sufrido un severo varapalo, no por los resultados cosechados por el PP y Ciutadans.
La implicación personal de Rajoy en la campaña catalana, la guerra sucia del borrador policial, los miedos y las amenazas sembrados han alcanzado su meta. Pero no esperen ustedes que se conformen con los resultados del domingo; los ataques de toda índole al hoy president en funciones continuarán, pues quisieran sacarle de escena, que se vaya y así descabezar por mucho tiempo el proyecto soberanista catalán.
El debilitamiento de CiU traslada una grave responsabilidad a Oriol Junqueras y ERC, aupados por primera vez al segundo lugar del podio catalán. Les pone de nuevo ante el reto histórico de transformarse en un partido de gobierno. Si quieren que el referendo no devenga una absoluta quimera, deben apoyar a Mas y a CiU, lo que supone renunciar a planteamientos naífs y a la demagogia izquierdista en el campo de la política económica y presupuestaria. A la vista del historial de los republicanos, es natural que exista escepticismo sobre su capacidad de reforma y aggiornamento .
No me olvido del PSC. Los socialistas se han hundido, pero menos de lo temido, y no han dejado de existir. Sus 20 diputados también podrían servir a CiU para gobernar con estabilidad. El problema para CiU es aquí algo diferente que en el caso de ERC. Gobernar en alianza con el PSC (desde dentro o desde fuera del Ejecutivo) supone archivar la hoja de ruta trazada por CiU (ya no digamos en el supuesto de un difícilmente imaginable pacto con el PP). De alguna forma, asociarse con el PSC supondría dar marcha atrás, ya que Artur Mas anticipó las elecciones tras la inmensa manifestación del Onze de Setembre en busca del aval ciudadano para avanzar en clave soberanista, para un salto hacia adelante.
Amic Marçal: Recordes el joc del set i mig? Passar-se és pitjor. I en Mas es va passar. Molts convergents no van votar. Sobretot els d’Unió Democràtica de Catalunya. Bé, una lliçó que haurà d’aprendre. Records als pares i felices festes nadalenques del teu amic suec.